miércoles, 27 de septiembre de 2017

El cultivo del Apio

El apio (Apium graveolens) es una especie vegetal de la familia de las umbelíferas que es muy apreciada desde el punto de vista del consumo humano, debido a las propiedades beneficiosas que se le atribuyen, como facilitador de la digestión, tonificador del sistema nervioso y depurador del organismo. Asimismo, su particular aroma y sabor lo convierten en un ingrediente muy apreciado en la preparación de exquisitas ensaladas.
 
Esta hortaliza tiene un tallo a partir del cual crecen lateralmente de forma paralela las pencas, es el segundo año cuando produce las semillas. Del apio aprovechamos tanto las hojas como las pencas.
 
En zonas cálidas se comienza a sembrar en febrero, a finales de invierno en zonas templadas y a comienzo de primavera en zonas frías.
  

Su cultivo, en el huerto, es relativamente sencillo, sobre todo en lugares donde predominan los climas templados a frescos, con temperaturas que van de los 7 a los 24 ºC. Su capacidad para soportar todo tipo de suelos es otra de las virtudes del apio, siempre que aquellos sean húmedos.
 
Aparte de sus exigencias en materia de agua, esta especie requiere de un sustrato profundo y rico en materia orgánica que retenga bien el agua, por lo que antes de la siembra se acostumbra incorporar al suelo una capa de humus de lombriz, estiércol de aves, compost o harina de huesos.
 
El apio puede sembrarse directamente en invierno o primavera, aunque debido a que la germinación de la semilla suele ser muy lenta y débil, es mejor hacer la siembra en almácigos en cualquier época del año, siendo en este caso necesario mantener el sustrato con un alto nivel de humedad para favorecer su brote.
 
El trasplante de las plántulas al suelo definitivo se realiza a los 80 días de la siembra, en caso de que ésta se haya realizado en verano, mientras que las plantas sembradas durante la temporada invernal deberán ser trasplantadas a los 100 días. En ambos casos, se puede verificar que el apio se encuentra en condiciones de ser trasladado del almácigo al huerto cuando alcanza una altura de 15 centímetros y presenta al menos tres hojas verdaderas.


La distribución de los plantones debe hacerse en líneas distanciadas a 45 centímetros, con un margen de separación mínima de 25 centímetros entre cada plantón. Debido a que a partir de ese momento el apio necesita desarrollar todas sus hojas y sus largos y característicos tallos, es importante mantener la humedad del suelo en todo momento con un riego frecuente.
 
El apio debe regarse, mínimo, dos veces por semanas. Durante la primera fase el riego de la planta debe ser abundante. En ningún momento debe haber escasez de agua en el suelo.
 
Como se trata de una especie vulnerable a las malas hierbas, es conveniente agregarle mantillo al área de trasplante, con la doble finalidad de prevenir la aparición de malezas y de mantener la tierra húmeda.
 
Al llegar a los 30 centímetros de altura, la planta es sometida a un trabajo periódico de aporcado, cuidando de que no entre tierra en el interior de los tallos. Esta práctica ayuda a que las partes comestibles del apio se blanqueen y se vuelvan más tiernos.
 
La cosecha tiene lugar a los 180 días de la siembra, procediendo a cortar el apio al ras del suelo con una herramienta bien afilada.
 
Las plagas que, generalmente, suelen atacar al apio son:
 
Ø Gusano Gris: Estas larvas (coleóptero), de unos 2 a 3 cm de largo, producen galerías en las hojas, dañando así la planta. Para su control, el tratamiento ecológico más efectivo es el bacillus thuringiensis. Aparecen en primavera y devoran por las noches las hojas de apio.

Ø Mosca del apio: Este caso se suele dar en primavera y verano. La hembra pone sus huevos en las hojas del apio y las larvas excavan en el interior de las hojas, lo que produce un secado de los tejidos. El extracto de neem es un buen tratamiento ecológico contra los parásitos.

Ø Pulgones: Insectos, normalmente de color verde o negro, que se colocan en el envés de las hojas. Aquí puedes leer un tratamiento eficaz contra el pulgón.

Ø Mildiu: Este hongo afecta a los cotiledones y a las primeras hojas, aunque puede manifestarse posteriormente.

Ø Septoriosis: Hongos que manchan la planta de color marrón y puntos negros que secan a la planta y hacen que sus hojas se echen a perder. La cola de caballo es el mejor fungicida eco. Contra los hongos, lo más inteligente es prevenirlos: mantén las plantas despejadas, para que el aire pueda correr entre la planta y evita mojar las hojas durante el riego (los hongos adoran los lugares cálidos, sombreados y húmedos)

Frase del día:
" Dichoso el que tiene una profesión que coincide con su afición." George Bernard Shaw (1856 - 1950) dramaturgo crítico y polemista irlandés.


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